lunes, 26 de julio de 2010

EL EMPERADOR DEL CORAZÓN NOS DIJO ¡HOLA Y ADIÓS!


Qué lástima que la buena gente nos deje tan pronto. Eduardo Sánchez Junco, propietario y director de la revista ¡HOLA!, se ha ido para siempre. Lo hizo en pleno estío, a hurtadillas, como los grandes hombres, haciendo honor a lo que fue una constante en su vida: la discreción y la modestia.

Se fue un año después de haber recibido en la Casa del diario ABC de manos de Su Majestad el Rey el premio Luca de Tena, en reconocimiento a su extraordinaria trayectoria profesional al frente de ¡HOLA!, la empresa familiar española por excelencia, modesta en sus orígenes, pero a la que Eduardo supo impulsar hasta el punto de convertir su producto estrella en una publicación que gentes de todos los rincones del mundo anhelan tener en su manos para devorar su contenido.

¡HOLA! nació el 2 de septiembre de 1944 en Barcelona. El periodista Antonio Sánchez y Mercedes Junco, sus padres, fueron los fundadores de lo que en un principio sería un “semanario de amenidades”. Los cinco primeros números de la revista llevaban en portada un figurín de moda. Se distribuyeron 14.000 ejemplares, costaba dos pesetas y tenía 20 páginas. Hoy, son ya catorce países en los que se publica ¡HOLA!, en ocho idiomas, con una audiencia superior a los doce millones de lectores a la semana, que la han convertido en una de las publicaciones más leías del mundo.

Antonio Sánchez dirigió ¡HOLA! toda su vida. Él decía que ¡HOLA! recogía la espuma de la vida, y él mismo se encargaba de distribuir esa espuma por cada uno de los números, semana tras semana, año tras año, década tras década. En 1984, Eduardo, su hijo, cogió el timón. Se dejó llevar por la misma filosofía y aplicó la fórmula de su padre, que se resume sencillamente en dar al lector sólo lo que éste quiere, nada más. Y lo quiere el lector, de siempre, es salir en ¡HOLA! o ver a los que salen.

Tengo la inmensa fortuna de colaborar en ¡HOLA! desde hace muchos años. Mi bautismo fue en 1982 con un reportaje fotográfico sobre el mundo submarino, que vió la luz en el número 2.000 de la revista. A partir de entonces ¡HOLA! entró a formar parte de mi vida. Eduardo no dudó en introducir la divulgación científica en este tipo de publicaciones. Sabía perfectamente lo que los lectores demandaban, y algunos temas de divulgación eran un material periodístico muy apreciado. Pero había que contarlos de una manera amena y comprensible para todo el mundo. Eduardo quiso que me ocupara de esta apasionante tarea, honrándome con su confianza, algo por lo que le estaré agradecido de por vida. Atractivos reportajes fotográficos sobre arqueología, astronomía, la conquista espacial o los misterios de la Naturaleza, entre otros, fueron apareciendo en ¡HOLA! El último encargo de Eduardo fue una serie de reportajes sobre las siete nuevas maravillas del mundo. Tuve que ir a verlas una por una para luego contar, de primera mano, la grandeza de esos monumentos singulares.

Recuerdo que a Eduardo los temas del Universo le atraían especialmente; el Cosmos, enigmático y cautivador, con sus incontables estrellas y galaxias, génesis del mayor de los arcanos que conocemos. Seguramente desde algún rincón de ese cielo prodigioso él nos está viendo y ya conoce la respuesta al misterio de los misterios. Esbozará una sonrisa y, en su modestia, preferirá guardar un respetuoso silencio. Será su espíritu el que guiará a partir de ahora el rumbo de la gran familia de ¡HOLA!

Julio de 2010

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